8 jun 2010

El gol de Sparwasser: Alemania '74.



Probablemente Heing Krügel, junto con Gorge Buschner, sea el mejor entrenador de la historia en la RDA. Este pequeño cascarrabias se hizo cargo de la selección del este en 1959, apenas duró dos temporadas. Fue el primer y ultimo personaje en cuestionar públicamente el intervencionismo político en el fútbol oriental. “Ustedes preocúpense de que la gente viva bien, que aquí el entrenador de fútbol soy yo” declaró en rueda de prensa antes de un compromiso de la selección, cansado de las presiones recibidas por los funcionarios para que alineara ciertos jugadores en detrimento de otros.

Como castigo fue enviado a la alta Sajonia para entrenar al Magdeburgo, antigua sección del Viktoria Magdeburg, que empezaba a dar sus primeros pasos en solitario tras la escisión. Lejos de los focos del Berlín este, libre para trabajar sin las presiones del partido, Krügel modeló a imagen y semejanza aquel equipo hasta convertirlo en uno de los mejores clubes de la RDA. Con jugadores que apenas alcanzaban los 20 años, siendo todos naturales de dicha ciudad, consiguió conquistar Europa.

Mientras los aficionados del Milan quemaban las banderas de su equipo, en señal de protesta tras sufrir una humillante derrota, los jugadores del Magdeburgo, en la más absoluta de las soledades, celebraban sobre el césped de De Kuip la consecución de la Recopa de Europa. Aquel 9 de Mayo de 1974 ante 5000 espectadores, de los cuales solo 300 eran germano-orientales, el Magdeburgo de Jürgen Sparwasser, Pommerenke, Seguin, Tyll y Zapf habían puesto la guinda al que fue un año histórico para su país.

Anteriormente el Dynamo Dresden había conseguido que los siempre virados focos occidentales miraran hacia la RDA. El 3-3 en Dresden y el 4-3 en Munich ante el Bayern en la Copa de Europa dieron mucho de que hablar. Las semifinales alcanzadas por el Lokomotiv Lepizig en la UEFA, tras imponerse al Ipswich Town y al Wolverhampton, fueron la prueba de que algo en la RDA estaba cambiando. Aquella selección, se clasificó por primera vez en su historia para un mundial. El fútbol del este se había hecho grande.

El sorteo para la fase final de la copa del mundo deparó un duelo fratricida. Las dos alemanias se verían las caras por primera y única vez. Muchas fueron las voces que apuntaron que el sorteo fue amañado. Aunque nadie se esperaba que los acontecimientos que ocurrieron aquel 22 de Junio del 74 en Hamburgo se desarrollaran como lo hicieron. El clima político que vivía Europa fue un aliciente más. Los hechos acontecidos en las olimpiadas de Munich quebraron las ya de por si complicadas relaciones entre ambos países. Para postres, meses antes de la disputa del mundial, se descubrió que el secretario de un alto cargo del gobierno germano era un agente de la Stasi. Aquel partido, se convirtió en el encuentro más politizado de la historia del fútbol.

Angela Merkel nació y creció en la RDA, en una entrevista concedida a 11Freunde en 2006 habló sobre el gol de Sparwasser que dio el triunfo a su selección sobre Alemania Occidental: “El salón de mi casa estaba ocupado por 20 personas, todavía recuerdo el silencio sepulcral con el que vivimos aquel gol, todos estábamos tristes porque sabíamos lo que iban a hacerle a Sparwasser”. Así se entiende como aquella acción arruinó la vida de un jugador de 22 años que se encontraba en el mejor momento de su carrera.

Las reacciones no se hicieron esperar, un aviso de bomba aquella misma noche obligó a la selección del este a abandonar su hotel. Sparwasser pasó de héroe a villano. La simple creencia popular de que estaba siendo colmado con coches y dinero por parte del régimen le estigmatizaron. Una leyenda urbana que contribuyó a hundir su carrera. “Si en mi lápida solo pusiese, Hamburgo 1974, todo el mundo sabría quien está enterrado ahí” confiesa con cierta tristeza el ex-jugador. ¿Como es posible que odien a alguien por meter un gol? Según Sparwasser, en la RDA la mayoría de la gente se sentía plenamente alemana, simpatizando con la selección occidental. “Fui doblemente odiado, me consideraron un traidor por vencer a su propio país. Me acusaban de haberle hecho un favor al régimen metiendo aquel gol”.

Aquel partido también trajo consigo consecuencias no políticas. El propio Beckenbauer declaró que de haber tenido dos medallas de campeón del mundo, una se la habría dado a Sparwasser. Aquella derrota por 1-0 ante la RDA hizo que Alemania no fuera primera de grupo, evitando en el sorteo de semifinales a Holanda y Argentina. En el país teutón se dice que hay tres goles fundamentales en la historia de la selección. El de Helmut Rahn en 1954, el de Hurst en Wembley en 1966, y el de Sparwasser en el mundial del 74.

Como confiesa el propio Sparsi, 20 minutos después de acabar la final de la copa del mundo, recibió en su casa de Magdeburgo un telegrama sin remitente procedente de la parte occidental: “Sparsi, en nombre de toda Alemania, gracias.” La vida de Sparwasser tras el mundial fue un infierno. Su gol era repetido todos los días en la TV. El jugador encontró en Krügel un amigo y un compañero en el que refugiarse. Los tentáculos del poder estaban tan extendidos que la contratación de un entrenador en un club de fútbol tenia que ser aprobado por el gobierno. A Sparwasser le ofrecieron hasta en tres ocasiones entrenar al Magdeburgo, un cargo con claras conexiones políticas. Siempre lo rechazó.

Desertaría años más tarde. Su vida en occidente tampoco fue fácil, las autoridades de la Alemania federal le cerraron todas las puertas alegando que era miembro del partido comunista de la RDA. Todos los deportistas del país, antes de una cita internacional, eran obligados a afiliarse al partido. La negativa era sinónimo de quedarse en casa y sufrir las consecuencias de repudiar al régimen. Era la forma que tenia la dictadura socialista de aprovecharse de los éxitos de sus atletas en favor propio.

1 comentario:

cityground dijo...

Un gol histórico, una pena las consecuencias que tuvo para Sparwasser, las dictaduras siempre han aprovechado el deporte para su propaganda, lo hizo Hitler y Mussolini y también los comunistas.

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